A medida que se acerca la primavera, con el aumento de las horas de luz solar, las lluvias ocasionales y las temperaturas diurnas en aumento, para los apicultores se inicia un período propicio para trabajar en de sus colmenas. Durante los meses de invierno, las colmenas suelen permanecer cerradas, sin inspección. El final de este período de hibernación representa un momento crucial para las colonias, que han dependido de sus reservas de alimentos durante los meses más fríos.
De igual manera, cualquier enfermedad no controlada puede causar problemas graves, llegando incluso a hacer que las colonias no sean viables o que colapsen. Por lo tanto, para tener éxito en primavera, es crucial concentrarse en dos puntos clave: fomentar la salud de las colonias y programar la alimentación estimulante , además de implementar otras acciones de gestión técnica para facilitar el proceso.
El apicultor puede comenzar a planificar sus primeras inspecciones tan pronto como el tiempo lo permita. Un día soleado, sin viento, con una temperatura superior a los 16 °C, a la hora del mediodía, es perfecto para ello.
Es importante realizar las primeras inspecciones lo más rápidamente posible para minimizar la perturbación a las abejas y evitar que la colmena se enfríe. Sin embargo, durante esta fase, es esencial no pasar por alto información crucial. Por lo tanto, la preparación meticulosa de su equipo es crucial. No hay nada más frustrante que llegar al apiario y darse cuenta de que falta una herramienta o equipo esencial. Asegúrese siempre de tener herramientas y ropa limpias, y tenga alimento listo para las colmenas que puedan necesitarlo, especialmente si tienen buena población y están consumiendo sus reservas rápidamente.
Comience con una inspección visual de todo el apiario, examinando la entrada de cada colmena y el suelo debajo de ella, para detectar posibles signos de actividad anormal. En condiciones de frío y humedad, la actividad de las abejas puede no ser visible desde el exterior, ya que permanecen agrupadas en el interior. En ese caso, levante la colmena suavemente para evaluar el peso de las reservas de alimentos, lo que le dará una idea de su suficiencia.
Cuando las condiciones climáticas se dan, se puede realizar una breve inspección para evaluar la vitalidad de la colonia y verificar la presencia de huevos y larvas jóvenes. Es importante evaluar la cantidad y el estado de las reservas de alimentos almacenadas hace varios meses, asegurándose de que estén cerca de la cría. Las abejas que se alejan demasiado de bola invernal en busca del alimento corren el riesgo de entrar en una parálisis por frío. El alimento aún estando presente, si está lejos, no lo consumirán. Además, si se ha dejado miel en lugar de un sustituto alimenticio, no debería estar excesivamente endurecida por el frío. Coloque estos cuadros junto a las abejas para mantener su fuente de alimentación templada y accesible, lo que ayuda a prevenir la inanición y las pérdidas relacionadas con el frío.
Si en una primera inspección visual observa signos de mortalidad en piquera, abejas temblorosas o manchas de diarrea negruzca, se aconseja inspeccionar esa(s) colmena(s) al final para prevenir una posible propagación de enfermedades o virus.
Durante la inspección de una colmena, es crucial evaluar la salud de la colonia examinando el cuerpo de la colmena donde se encuentra la cría. Prestando especial atención a la cantidad de larvas y al estado de las celdas operculadas. Revisar cualquier anomalía, como operculados hundidos, coloración negruzca, agujeros en los operculados u olores inusuales, ya que estos signos podrían indicar problemas de salud dentro de la colmena.
El patrón de cría es en general un indicador fiable de la salud de la colonia. Un patrón de cría compacto y uniforme es ideal, lo que indica un desarrollo saludable. Por el contrario, un patrón de cría disperso debería generar preocupaciones sobre la salud de la cría y de la colonia en su conjunto.
La renovación de la cera también es esencial para mantener la salud de la colonia, ya que los antiguos panales pueden acumular materia orgánica, esporos y esporas de agentes patógenos. Los cuadros con cera negruzca deben ser retirados de la colmena y enviados para fundir, esterilizar y laminar, eliminando así las fuentes potenciales de infección.
Para estimular la colonia, es crucial entender las especificidades de su clima local y los calendarios de floración, considerando también el impacto del cambio climático que podrían afectar la temporada de floración. La preparación temprana es esencial, lo que implica diversas acciones destinadas a impulsar la vigorosidad de la colmena antes del inicio de la floración.
La estimulación consiste en aumentar la actividad reproductiva antes de lo que ocurriría naturalmente, alineando el pico de población de la colmena con el inicio de la temporada de floración. Dado que el ciclo de vida de una abeja obrera, desde el huevo hasta la abeja recolectora, toma aproximadamente seis semanas, es vital iniciar la estimulación de la puesta de huevos al menos seis semanas antes de la floración para maximizar la producción de miel. Esto refleja la correlación directa entre el desarrollo de la colonia y el rendimiento.
La estimulación debe simular el flujo de néctar, por tanto líquida, pero debe ser proporcionada en pequeñas cantidades pero de forma frecuente para evitar el almacenamiento en los panales y garantizar un consumo completo. Las proporciones del jarabe pueden variar en concentración (jarabe concentrado: 2 partes de azúcar por 1 parte de agua; jarabe ligero: 1 parte de azúcar por 1 parte de agua), incorporando fructosa o glucosa según sea necesario.
Para comenzar, use ½ litro de jarabe concentrado por colmena por semana, aumentando gradualmente a más de 1 litro de jarabe más ligero por semana. Para los núcleos, divida estas cantidades por dos.
Las proteínas también son esenciales para un desarrollo saludable de la cría. A partir de la segunda o tercera semana de estimulación, introduzca un sustituto de polen o un suplemento proteico para satisfacer estas necesidades.
Habrá que considerar la posibilidad de un fracaso o retraso en la floración debido a las condiciones meteorológicas, lo que podría requerir que las colmenas dependan de una alimentación suplementaria hasta que comiencen los flujos de néctar naturales.
Después de evaluar la salud de su colmenar, es posible que algunas colmenas presenten diferencias en cuanto a población. Mantener cierto grado de uniformidad dentro del colmenar simplifica su gestión, ya que permite manejar el apiario como una unidad. Por el contrario, disparidades significativas entre las colonias ubicadas en el mismo lugar pueden prolongar sus visitas, ya que cada colmena necesitará atención individual para la alimentación, renovación de la cera, colocación de alzas, reemplazo de reinas, etc..
Algunos apicultores designan aproximadamente el 10 % de sus colmenas en cada colmenar como colmenas de apoyo. Estas colmenas no están destinadas principalmente a producir miel, sino que proporcionan material de reproducción, cuadros de cría o sirven para reemplazar reinas perdidas. Por otro lado, otros apicultores tratan todas las colmenas de manera uniforme y prefieren reforzar unas colonias transfiriendo cuadros de cría de otras más vigorosas. Es crucial que tanto las colmenas donantes como las receptoras estén saludables para garantizar el éxito de tales intervenciones.
Las colmenas con poblaciones notablemente más débiles pueden combinarse en una sola colonia más robusta. Para facilitar esta fusión y prevenir la agresión, es efectivo mezclar los olores de las colonias espolvoreando azúcar en polvo o rociándolas con agua mielada. Esta estrategia prioriza mantener colmenas viables en lugar de preservar varias colonias más débiles que están al borde del colapso. Las colmenas no viables no solo consumen tiempo y recursos valiosos, sino que también representan una inversión irrecuperable.
La renovación de reinas es una práctica reconocida por los apicultores profesionales debido al valor de las reinas jóvenes, que tienen una capacidad de puesta superior. Esto se traduce en colonias más pobladas, más higiénicas, más resistentes contra Nosema y, en última instancia, más productivas.
A medida que avanza la temporada, con la estimulación alimentaria y el comienzo de la floración, se espera que la colonia crezca, siempre y cuando esté carente de enfermedades. Este aumento en la cría requiere incrementar la vigilancia contra ácaros de Varroa, que se reproducen dentro de las celdas de cría. Una prueba de recuento de ácaros Varroa con azúcar en polvo, un lavado con alcohol o un control con CO2 que revele en torno a 3 ácaros por cada 100 abejas indica la necesidad de tomar medidas preventivas para evitar una infestación.
Hay que reconsiderar la aplicación de tratamientos tradicionales contra Varroa en primavera por la gran cantidad de cría, ya que éstos tienen un efecto principalmente a los ácaros foréticos, que representan aproximadamente solo el 20 % de la población de ácaros Varroa en ese momento.
La Lucha Integrada contra Varroa propone estrategias alternativas, aprovechando especialmente la preferencia de Varroa por la cría de zánganos. Los apicultores pueden favorecer la presencia de cría de zánganos de tres maneras: 1, utilizando marcos poco profundos que incentiven a las abejas a construir celdas grandes debajo, 2, insertando marcos con láminas de cera de celdas anchas disponibles en tiendas de apicultura y 3, colocando marcos con una banda de cera estrecha en la parte superior, incentivando a las abejas a continuar el estirado con cría de zángano. Después de la puesta de huevos, estas celdas deben ser retiradas y destruidas dentro de los 28 días o tan pronto como estén operculadas, para evitar la proliferación de Varroa.
La primavera representa un período crucial para los apicultores, donde la planificación estratégica y la gestión proactiva son esenciales para una exitosa cosecha de miel. Prácticas clave como la renovación de reinas para mantener la vitalidad de las colonias, el manejo de Varroa y el equilibrio de las colmenas dentro de un mismo apiario no solo preparan a las abejas para los desafíos inmediatos de la primavera, sino que también sientan las bases para una productividad durante todo el año. Adoptar estas tareas con diligencia garantiza la salud y vitalidad de las colmenas, lo que influirá en la calidad y cantidad de miel producida.
Acerca del autor
Juan Molina es un veterinario graduado de la Universidad de Córdoba, con especialización en apicultura de la Universidad Complutense. Apasionado por la apicultura, es miembro de la Asociación de Apicultores de Málaga y ha escrito dos libros sobre el tema. Juan ha ocupado diversos cargos, desde ser responsable de calidad de la miel hasta ser profesor para entusiastas de las abejas.
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