Llega el verano, así que ponte las gafas de sol, mantente hidratado y no olvides preparar tus colmenas!
En nuestro clima mediterráneo esta época se caracteriza por las altas temperaturas y la ausencia de lluvias, lo que conlleva un empobrecimiento de la floración disponible. Por ello, es momento de revisar el vigor de las colmenas, sus reservas y, si es preciso, utilizar suplementos nutricionales. Trashumar las colmenas a zonas más frescas con nuevas floraciones (brezos, castaños, praderas de montaña, zarzas, mielatos…) o a nuevos cultivos (eucalipto, girasol, lavandín…) nos ayudará a mantener la población fuerte y sana. Y, por supuesto, no olvidemos realizar las revisiones de los niveles de varroa.
La primavera puede haberle ido de forma muy diferente a una u otra colmena. Habrá que revisarlas una por una para tomar acciones según su estado. Esta revisión puede hacerse siguiendo los criterios marcados en el post anterior de “Prioridades de los apicultures durante la primavera”, atendiendo a:
Tomando nota de estas características, se podrán clasificar las colmenas en 3 grupos y se podrán determinar las acciones a emprender:
El manejo de las colmenas durante el verano dependerá del proyecto que tenga la explotación para en esos meses.
El traslado de las colmenas va a generar un importante gasto en la explotación, por lo que se deberá optimizar al máximo este manejo. Pero el clima es clave y establece las condiciones en el entorno de las colmenas. El 80 % de las colmenas en España se trasladan a zonas con suficientes floraciones para mejorar las condiciones nutricionales de las colonias.
El nivel de la producción de los asentamientos en años anteriores, por experiencia propia o de otros apicultores, ayudará a planificar las rutas más convenientes de trashumancia.
El seguimiento de las condiciones meteorológicas (Agencia Estatal de Meteorología), los informadores locales, y las visitas presenciales para observar el campo, ayudarán a tomar la decisión final.
Preparar adecuadamente los nuevos asentamientos y limpiarlos de vegetación facilitará el trabajo en el colmenar y ayudará a evitar riesgos de incendios, desafortunadamente tan habituales, sobre todo en verano.
La trashumancia es costosa, por lo que debemos elegir para realizarla las colmenas más prometedoras en términos de estado de salud y fuerza: colmenas suficientemente pobladas como para obtener buenas cosechas, o núcleos en crecimiento con posibilidades de completar su desarrollo y convertirse en colmena, o colmenas que precisan una floración para recuperarse y prosperar en el futuro.
Es importante evaluar la cantidad de colmenas que puede soportar el nuevo asentamiento con arreglo al objetivo (cosechar/alimentar). Si la floración es pobre deberán ser pocas, no más de 30 o 40, para que, en su radio de acción, alrededor de 1-1,5 km, encuentren suficiente floración.
El agua juega un papel muy importante en las colmenas, principalmente en la cámara de cría, donde proporciona la humedad relativa imprescindible para que las larvas puedan desarrollarse (50-60% en nuestra abeja. Gráfico 1, Gil-Lebrero 2020). También ayuda a regular la temperatura, cuando las abejas la colocan en gotas en la parte superior de las celdillas para que se evapore (efecto botijo).
Todas las abejas necesitan el agua para que su metabolismo funcione, pero las nodrizas tienen una mayor necesidad, ya que la jalea real que producen para alimentar a las larvas está formada por 67% de agua (Bogdanof 2016).
En verano, si los colmenares no tienen agua cerca dejan de criar. Por eso es tan importante poner un punto de agua a disposición de las abejas. Nuestro cálculo empírico es que una colmena necesita aproximadamente 1 litro/semana en esta época (Pajuelo Consultores).
Para evitar que las abejas busquen el agua en bebederos de animales de granjas cercanas, aguas residuales o en alguna casa habitada próxima (piscinas…) deberemos suministrársela en el mismo asentamiento, y mejor a la sombra. Puede añadirse algo de sal, les gusta y además ayudará a conservarla; una cucharada de café rasa por litro es lo recomendable: 0,15 a 0,3% (Huang 2018).
Es conveniente disponer de algún elemento que impida que las abejas se ahoguen intentando beber; puede ser poner lentejas de agua en la superficie, o bien otra planta acuática, o perlita, o disponer de un depósito con boya que libere poca cantidad de agua en la superficie de bebida (Fotos 1 y 2).
La cera se vuelve moldeable a los 40 °C (Hepburn 1983), temperatura que se alcanza y supera varios días, según el año, en muchas zonas de nuestra Península. En esas condiciones los panales de cera nueva, estirados en primavera, en los que todavía no se haya criado, serán los más susceptibles. Si están cargados de miel se derrumbarán, vertiéndose la miel y, en ocasiones, taponando la piquera y provocando la asfixia de la colmena. Los panales que hayan tenido cría, o los viejos, resisten mejor este problema. Foto 3.
Si nos encontramos en una región propensa, como el Sur, o zonas en las que sean frecuentes vientos cálidos, es conveniente ubicar las colmenas en zonas donde no tengan mucha insolación, tener las colmenas pintadas de colores claros, y, sobre todo, encalar los techos antes de que llegue el calor. Foto 4.
Después de la floración primaveral, la zona de puesta de algunas colmenas puede haber quedado bloqueada por el almacenamiento de miel y/o de polen. En este caso es conveniente sacar algunos de los cuadros llenos sobrantes y sustituirlos por cera estirada, vacía preferentemente.
En caso contrario la reina puede ver muy limitada su disponibilidad de celdillas vacías para la puesta, lo que limitará las posibilidades de la colmena de renovar y aumentar la población de abejas.
Ni todas las colmenas son igual de eficaces recolectando, ni todas las floraciones aportan una nutrición completa a las abejas. De las floraciones de verano, las que se obtienen de los cultivos de girasol y lavanda suelen ser pobres en España, excepto que haya llovido en la zona y haya disponible alguna otra floración marginal. Cuando se acuda a estas floraciones es conveniente asegurarse que las colmenas tienen polen almacenado, o sino complementarlas con una pequeña porción de un suplemento proteico adecuado.
En verano, en el centro peninsular, las abejas solo pueden recolectar unos pocos tipos de polen (3-4 en Huesca y Teruel), con poca presencia y de bajo valor nutritivo. En primavera, y con las lluvias de septiembre (si se dan), son bastantes más (13-14 en Huesca y Teruel. Tabla 1, Pajuelo 2018).
Una buena nutrición proteica, en cantidad y calidad, aumenta también la resistencia de las abejas a los tóxicos (Barascou, 2021).
Ni que decir tiene que, si las reservas de miel no son suficientes y no se va a trashumar a una buena floración, será también necesario alimentar con carbohidratos (azúcares), y es preferible utilizar en esta época una pasta, en lugar de un jarabe líquido.
En el post anterior de “Prioridades de los apicultores durante la primavera”, ya se habló sobre los controles de Varroa, cómo valorar la tasa de infestación, cómo interpretarla, qué acciones tomar según los resultados…
Pero en verano se han de hacer consideraciones especiales. La población de Varroa habrá ido subiendo desde nuestro tratamiento primaveral. Pero, además, la cría habrá disminuido desde la explosión de esa época. Estas dos fuerzas confluyen en que la población de Varroa sobre la cría puede llegar a ser extraordinariamente alta en verano. Si considerábamos que en primavera por cada varroa en abeja adulta puede haber unas 3 en la cría operculada, y la cría podía “soportar” esa carga, ahora puede que tengamos hasta 10, con la subsiguiente mala nutrición, virus, nosema, otras enfermedades… (Fotos 5 y 6). Eso puede llevar al colapso de la colmena si no somos capaces de detectarlo a tiempo y actuamos en consecuencia.
Es sumamente importante verificar el nivel de Varroa en las colmenas a principios de verano, al tiempo de la última cosecha de primavera, y tratar rápidamente si vemos peligro. En esta época es más recomendable hacer el monitoreo de Varroa sobre cría que sobre abeja adulta (Foto 5). Si vemos peligro es conveniente hacer un tratamiento inmediato con oxálico para eliminar la varroa forética, y, si la explotación no está en ecológico, un tratamiento con tiras de amitraz que actuará durante más tiempo y controlará las varroas que vayan saliendo de la cría operculada.
Para la elección del producto a usar, necesitaremos controlar en su ficha técnica si tienen restricciones de temperatura y el periodo de espera.
Muy importante en verano es tener cuidado con las temperaturas de conservación de los medicamentos en el almacén, pero también en el vehículo de trabajo, ya que los días de calor pueden alcanzar temperaturas muy altas (> 50 °C) durante varias horas y eso puede afectar a la efectividad del producto.
Aunque algunas veces nos vemos obligados a trashumar las colmenas a zonas melíferas con alta concentración de colmenas, es importante evaluar el riesgo de reinfestaciones que eso comporta.
Los panales de cera estirada son un capital que debemos tratar de conservar en todas las explotaciones. Las polillas de la cera (Galleria y Anchroia) pueden desarrollarse sobre ellos y destruirlos, favorecidas por las altas temperaturas. Esto solo ocurre si el panal contiene polen, o si se crió en él; ya que el capullo que dejaron las crías pegado a la pared es rico en proteínas (Foto 7). Y las polillas no se alimentan primariamente de cera, sino de lo que hay en ella.
Es necesario dejar en las colmenas solo los panales que puedan gestionar las abejas. El excedente de panales estirados y con alimento para polillas debe ser retirado y protegido de éstas, bien almacenándolo a menos de 12°C, o colocándolos en una zona hermética (bidón, cámara…) en la que se queme azufre (tomando las debidas precauciones). Puede ser conveniente repetir la quema de azufre a los 15 días, cuando los huevos que pudieran haber sobrevivido hayan eclosionado (Foto 8) y las larvas sean todavía pequeñas.
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