Una colonia de abejas en su pico de población demuestra una productividad significativamente mayor, una eficiencia de polinización mejorada y una capacidad de cría superior [1]. Gąbka y col. (2014) han establecido una fuerte correlación positiva entre la fuerza de la colonia, la cantidad de cría y la producción de miel [1]. Además, las colmenas densamente pobladas presentan mecanismos de defensa más robustos contra depredadores como los avispones.
El rendimiento óptimo de una colonia se consigue mediante una combinación de factores. Mantener reinas jóvenes de 1-2 años, garantizar un estado nutricional adecuado y la ausencia de patologías graves contribuyen a alcanzar un estado de robustez de la colmena a las pocas semanas del inicio de la primavera. Esta condición se mejora aún más con la administración de suplementos alimenticios adecuados, que han demostrado aumentar la productividad unitaria y estimular la producción de cría, abejas y cera [2].
Los apicultores invierten importantes recursos y esfuerzos para alcanzar este estado vigoroso al principio de la temporada, con el objetivo de maximizar la duración y la eficacia del periodo productivo. Esta estrategia se ve respaldada por recientes estudios de modelización que demuestran que la productividad de las colonias está directamente relacionada con la longevidad de las abejas obreras [3]. El modelo sugiere que una mayor longevidad de las abejas obreras se correlaciona con periodos de pecoreo más prolongados y mayores rendimientos de miel.
La relación entre población de colonias y productividad, propuesta por primera vez por Clayton L. Farrar en 1937, sigue siendo relevante en la apicultura contemporánea [4]. La teoría de Farrar, que postulaba un aumento gradual del porcentaje de recolectoras a medida que crecía la población total, concuerda con los conocimientos actuales sobre la dinámica de las colonias. Aunque las condiciones para un elevado crecimiento de las colonias son cada vez más difíciles de controlar (cambio climático, infestación, descalcificación estacional), los factores expuestos por Clayton siguen siendo esenciales. La investigación moderna que utiliza técnicas avanzadas de modelización, como el Modelo de Sistemas BEEHAVE de Dinámica de Colonias, apoya y refina aún más este concepto al demostrar las intrincadas relaciones entre la población de colonias, la producción de miel y la salud general de las colonias [5].
Trabajadores | 10.000 | 20.000 | 30.000 | 40.000 | 50.000 | 60.000 |
Pecoreadoras | 2.000 | 5.000 | 10.000 | 20.000 | 30.000 | 39.000 |
% Pecoreadoras | 20% | 25% | 30% | 50% | 60% | 65% |
Peso de la población | 1kg | 2kg | 3kg | 4 kg | 5 kg | 6 kg |
Cosecha de miel | 1kg | 4 kg | 9 kg | 16 kg | 25 kg | 36 kg |
Fuente: Reid 1980.
Obviamente, los mayores rendimientos se consiguen con colmenas pobladas. Sin embargo, esta mayor productividad conlleva una importante limitación: una mayor vulnerabilidad a la infestación por Varroa destructor.
El ciclo reproductivo de Varroa destructor está intrínsecamente ligado al desarrollo de la cría de las abejas melíferas [6]. En consecuencia, la estimulación de la producción de cría, esencial para lograr colonias bien pobladas, crea inadvertidamente condiciones favorables para la proliferación del ácaro. En la gravedad de la infestación por ácaros influyen múltiples factores, entre ellos las posibles interrupciones de la puesta de huevos durante el invierno y la tasa de parasitación residual tras las intervenciones de tratamiento.
La eficacia de los tratamientos acaricidas desempeña un papel crucial en la determinación de las poblaciones de ácaros tras el tratamiento. Por ejemplo, asumiendo una eficacia del tratamiento del 95%, una infestación inicial de 2.000 ácaros resultaría en una población residual de aproximadamente 100 ácaros. Por el contrario, una infestación inicial de 10.000 ácaros dejaría una población residual de 500 ácaros en las mismas condiciones de tratamiento. Esta relación exponencial entre las poblaciones de ácaros iniciales y posteriores al tratamiento subraya la importancia de las estrategias tempranas y eficaces de gestión de ácaros.
En un estudio dedicado a evaluar el efecto del fondo sanitario en las colmenas de abejas, obtuvieron una serie de conclusiones interesantes sobre esta adaptación de las colmenas. Uno de los efectos que observaron fue una mayor cantidad de cría en estas colmenas y, a pesar de su mayor vigor e incluso del efecto de reducción de la tasa de parasitación, también observaron más varroa. La razón era la gran cantidad de cría que habían desarrollado estas colmenas [7].
La dinámica de la infestación por Varroa destructor en las colonias de abejas melíferas está influida por múltiples factores que van más allá de la producción de cría. Estudios recientes han destacado la importancia de la deriva de zánganos y la proximidad de colmenares mal gestionados o no tratados como factores que contribuyen al crecimiento de la población de ácaros [8]. Además, el comportamiento de pillaje entre colonias puede conducir a la reinfestación, complicando aún más los esfuerzos de control de ácaros [9].
Para hacer frente a estos retos, los apicultores deben emplear un enfoque polifacético en la gestión de la varroosis. La vigilancia de riesgos, el seguimiento continuo y la aplicación de medidas biomecánicas de control son herramientas esenciales en el arsenal del apicultor [10]. Los recientes avances en las tecnologías de vigilancia, como los sistemas automatizados de recuento de ácaros, ofrecen vías prometedoras para intervenciones más precisas y oportunas [11].
En la producción de miel, la técnica de inducir una ruptura de cría mediante el enjaulado o bloqueo de la reina ha ganado atención como método para mejorar tanto el rendimiento de la cosecha como el control de Varroa. Este enfoque ofrece un doble beneficio: expone a los ácaros foréticos a los tratamientos acaricidas con mayor eficacia y redirige a las abejas nodrizas a actividades de pecoreo, lo que potencialmente aumenta la producción de miel [12]. Sin embargo, esta técnica puede reducir temporalmente la población de las colonias, aunque la posterior producción de cría puede ser robusta si persisten las condiciones favorables de pecoreo.
El calendario de los tratamientos contra la varroosis es fundamental para una gestión eficaz. Las mejores prácticas actuales sugieren iniciar el tratamiento cuando los niveles de infestación por ácaros superan el 3% [13]. Sin embargo, investigaciones recientes indican que en algunos contextos pueden ser necesarios umbrales más bajos para evitar el crecimiento exponencial de la población de ácaros [14].
La integración de medidas de gestión y tratamientos veterinarios (acaricidas) debe orquestarse cuidadosamente para garantizar el vigor sostenido de la colonia. La investigación emergente en apicultura de precisión y modelos predictivos ofrece nuevas posibilidades para optimizar el momento y la eficacia de los tratamientos [15]. Estos enfoques, combinados con las técnicas de gestión tradicionales, proporcionan un marco completo para mantener la salud y la productividad de las colonias frente a los continuos desafíos que plantea la varroosis.
—
En conclusión, la gestión eficaz de la Varroa requiere un enfoque holístico que tenga en cuenta las complejas interacciones entre la biología de los ácaros, la dinámica de las colonias y los factores ambientales. Aprovechando los conocimientos científicos actuales y las tecnologías emergentes, los apicultores pueden desarrollar estrategias más sólidas y sostenibles para el control de los ácaros y la gestión de las colonias.
REFERENCIAS
Únete a la comunidad Véto-pharma y recibe nuestro boletín trimestral, así como nuestras noticias ocasionales sobre apicultura. Puedes darte de baja en cualquier momento si nuestro contenido no te resulta interesante, ¡y tus datos nunca se transferirán a un tercero!
© 2019-2024, Véto-pharma. Reservados todos los derechos